Efectos de luz y sonido en la traición de Judas

12.04.09 - 
La de Berango es la única Pasión íntegramente nocturna de Vizcaya y, en sus 29 años de trayectoria, ha tenido que suspenderse tres veces por culpa de las condiciones meteorológicas. El pasado viernes resistió y congregó a medio millar de espectadores, que contemplaron la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos sumidos en un conmovedor silencio. El Mesías solloza desconsolado porque sabe que va a morir. El presagio le atormenta, pero sobre todo siente rabia y pena porque un amigo le ha traicionado.
Cerca de allí, los discípulos Pedro, Santiago y Juan duermen ajenos al desasosiego de su Señor, y Cristo se deja vencer por el miedo y la soledad por primera vez. «Me injuriarán, me torturarán y siento que no podré soportarlo solo. Padre, hice todo lo que me has encomendado. ¿Es que acaso me has abandonado?» clamó Arkaitz Fernández en una escena desgarradora, realzada, como toda la representación, por los efectos de luz y sonido. Su presentimiento no tardaría en convertirse en realidad con la llegada de Judas, acompañado de los sacerdotes, y su beso traidor.
«Con un beso me entregas, Judas», exclamó apenado. «Cogedme a mí, pero dejad a mis discípulos». Jesús es prendido, arrastrado y humillado como un vulgar delincuente, entre injurias y escupitajos, ante la expectación del público que ha desafiado a lluvia para seguir cada detalle de la Pasión. Juan, Pedro y Santiago huyen despavoridos. Juan da despúes la mala noticia a María. «Se lo han llevado, se han llevado al maestro. Judas estaba con ellos, pero vi cómo después salía corriendo y lloraba». Martirizado por los remordimientos, Judas no pudo aguantar más. «Le he vendido, he vendido a mi maestro a cambio de un puñado de monedas», gritó antes de segar su propia vida en la horca.